pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Isaias 40:31
Hablemos de esperar. Dentro del cuerpo de Cristo, mucho se habla de esperar en Dios pero, ¿qué quiere decir esto? ¿Lo estamos haciendo bien?
Por mucho tiempo hemos confundido el esperar en Dios con ser inactivos y perezosos no sólo en nuestra fe, sino en el día a día también. Necesitamos trabajo pero no lo buscamos porque estamos esperando que Dios abra una puerta sin tocar ninguna, necesitamos sanidad pero ni siquiera cuidamos nuestro templo ni nos acercamos a doctores para ver si hay algo mal en nosotros o si hay algún medicamento que pueda ayudar a nuestra situación, muchos incluso oran y esperan el matrimonio en Dios sin siquiera interactuar en sus vidas sociales con personas que también amen al Señor. Nos contradecimos así, constantemente y torcemos la palabra “fe” para justificar nuestra inacción y, honestamente, a veces también nuestra pereza o temor a que las cosas no se den y cuando estas no se dan, nos fingimos indiferentes y decimos cosas como “voy a seguir esperando en Dios”, quitándonos así, toda responsabilidad (o realmente, ignorando toda nuestra irresponsabilidad) en el asunto.
La Palabra de Dios dice que la fe, sin obras, es muerta. ¿Por qué, entonces, disfrazamos nuestra falta de obras como espera, cuando en realidad no estamos esperando, sino matando nuestra fe al no accionar?
Hay un detalle importante que debemos recordar: Dios nos manda a ser esforzados y valientes, como a Josué. Esto no quiere decir que al esforzarnos estamos anulando la fe o que si hacemos nuestra parte es porque “realmente no creemos”. ¡No! Esto, sencillamente es respaldar nuestra fe, con obras que comprueban que de verdad creemos. ¡Esto anuncia que Dios hace lo imposible, mientras yo me esfuerzo en la medida de lo posible!
Los que esperan en Jehová no se quedan sentados a esperar que Dios haga todo por ellos, sino que se esfuerzan creyendo que Dios bendecirá la obra de sus manos. Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas. ¿Por qué será? ¿Si estoy sentado esperando, sin hacer esfuerzo, necesitaré nuevas fuerzas para seguir inmóvil? Claro que no.
Esas nuevas fuerzas que recibo, me son necesarias porque estoy constantemente en movimiento, preparándome para cuando Dios decida hacer algo sobrenatural, algo que yo, en mi humanidad, no puedo hacer. Esas nuevas fuerzas vienen porque nos estamos moviendo en nuestra fe: levantando alas, corriendo y caminando mientras esperamos en Jehová.
Y tú, ¿estás accionando mientras esperas?